En el marco de la red de monitoreo de arenas de playa, aguas superficiales y columna de agua, investigadores del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC) pertenecientes a la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) detectaron una alarmante cantidad de microplásticos, principalmente poliestireno expandido (telgopor), en el rango de 5 a 1 milímetros en las playas que presentan efluentes pluviales. Además, los estudios técnicos arrojaron presencia de pintura proveniente del marcaje de las vías y de los procesos de de limpieza o restauración de barcos.
Para conocer detalles de la situación, desde Portal Universidad conversamos con la Doctora en Ciencias Biológicas, Mariana González, y el Doctor en Ciencias Ambientales con Mención en Sistemas Acuáticos, Mauricio Díaz Jaramillo, integrantes del IIMyC y expertos en la temática.
Veranear en la costa marplatense implica mar, arena y, últimamente, una gran cantidad de residuos. Pero más allá de los que son detectables para el ojo humano, también se convive con desprendimientos ínfimos de estos desechos plásticos. El caso más emblemático son las bolitas de telgopor derivadas de, por ejemplo, vasos descartables.
Se definen como microplásticos a cualquier partícula plástica proveniente de un polímero sintético o semisintético que es menor a 5 milímetros en su máxima longitud. En esa clasificación existe una alta heterogeneidad tanto de polímeros, de formas y tamaños que complejiza el análisis en las diferentes matrices ambientales.
Para llevar a cabo este informe, se tomaron muestras desde Mar Chiquita hasta Acantilados y si bien los valores varían, la dominancia de este material se reitera en cada una de las muestras. “Esas alteraciones nos da luces sobre cómo se transporta, cuáles son las principales fuentes de contaminación por residuos plásticos y en donde tenemos que focalizar nuestros esfuerzos de limpieza de estos residuos más grandes para que no se fragmenten y lleguen a residuos más pequeños porque su manejo es mucho más difícil“, agregó Díaz Jaramillo.
Esta situación genera que, pese a una utópica eliminación de los macroresiduos, estas micropartículas seguirían existiendo. “Nosotros porque estamos en Mar de Plata y el mar es nuestro destino final, pero en resto de las ciudades o lugares el destino final es un río o una laguna, entonces lo mismo que ocurre acá en el mar ocurre en los cuerpos de agua continentales que son los receptores de todo lo que nosotros emitimos en la ciudad. En un mundo ideal donde desaparece todo lo grande, esas micropartículas que ya generamos y que están en el ambiente, se van a seguir particionando en otras menores. Por eso es la relevancia de monitorearlas, cómo se van generando y qué tendencia temporal tenemos“, comentó la doctora en Ciencias Biológicas.
Pero para eso es fundamental que tener una técnica armonizada que permita establecer las cantidades de estas partículas en esos organismos. “Los tamaños que nosotros en este momento se están armonizando van de las 20 a a 100 micras. Queda después el mundo inferior a ese tamaño que, analíticamente al día de hoy, es lo más complejo. Entonces también esos son los desafíos que se tiene desde el punto de vista científico”.
Hay dos tipos de orígenes. Por un lado, los primarios, que fueron intencionalmente elaborados en ese tamaño y se perciben como gránulos menores a cinco milímetros y también en microperlas de productos de cuidado personal como pueden ser los dentífricos aunque, en Argentina, hay legislación que prohíbe su uso.
Después están los secundarios que son los que se encuentran de forma mayoritaria y se producen por la fragmentación de residuos plásticos más grandes. “Estos últimos, por diferentes agentes que nos encontramos en el ambiente, principalmente la radiación UV o también agentes mecánicos, se van fragmentando y van originando estos microplásticos que se vuelven a fragmentar y generan partículas de menor tamaño que son mucho más complejas analíticamente y mucho más complejas en el sentido toxicológico o de riesgo para la salud humana”, aclaró Díaz Jaramillo.
A diferencia de un contaminante específico, los microplásticos presentan heterogeneidad de formas, de tamaños y de polímeros. Y dentro de cada una de esas partículas existe una cantidad de aditivos que tienen relevancia toxicológica. “Muchos de estos aditivos son compuestos disruptores endocrinos o también que presentan alguna otra relevancia tanto para la salud humana como para la biota en general de los diferentes compartimentos ambientales. Entonces, ahí se relaciona principalmente su relevancia ambiental y toxicológica, porque no solamente es la partícula plástica que puede generar daño mecánico, sino también todo lo que contiene que es desconocido hasta que se realiza un análisis particular de cada una”.
Los avances que se han hecho en cuanto a la legislación de normativas para controlar la contaminación por plástico han sido llevadas a cabo en agua mineral embotellada y han determinado qué tipo de partículas son más relevantes para analizar ya que las menores a 100 micrones pueden, potencialmente, traspasar barreras biológicas. “Si las partículas son de mayor tamaño no ingresan por el torrente sanguíneo y pueden ser defecadas y eliminadas por el organismo. Pero una menor a 100 micrones se puede acumular en los diferentes tejidos. Pasa eso mismo en el pescado que uno puede consumir y también en otros elementos que uno puede aspirar. Entonces son las partículas que tienen mayor relevancia toxicológica o relevancia ambiental para el riesgo que puede incidir en la presencia de estas partículas en nuestra vida diaria y en lo que también comemos”, apuntó Díaz Jaramillo.
A lo largo de los cuatro años de investigación, han aumentado el número de trabajos en todas las matrices lo que también permitió evidenciar la presencia de otros microplásticos. “Hemos encontrado en las costas de Mar de Plata partículas relacionadas con el desgaste de neumáticos y de pinturas que se utilizan en el marcaje de las vías y en los procesos de limpieza o restauración de barcos y han sido los primeros registros en Argentina“, manifestó el doctor en Ciencias Ambientales con Mención en Sistemas Acuáticos.
“Por un lado, hemos encontrado una gran cantidad de las partículas que vienen relacionadas al desgaste de neumático y los últimos estudios que nosotros hemos evidenciado presentan una preocupación mayor porque los aditivos que se encuentran en este tipo de partículas la están relacionando con mortalidades de peces en el hemisferio norte y con ciertos compuestos que tienen una toxicidad mayor al igual que la componen ciertos metales pesados”, agregó.
Sobre esto, Mariana González planteó que: “Una cosa son los plásticos de uso cotidiano, con los vasos térmicos descartables, pero en el caso de lo que son los manejos de las pinturas que tiene que ver con los procesos de hidrolavado, no hay un manejo de ese residuo y lo que es el desgaste de las calles directamente uno lo ve, que las calles dejan de tener los pasos peatonales pero nadie se pregunta a dónde va esa pintura. Entonces también hay estrategias de qué tipo de marcaje vial se hace y cómo tiene que ser el mantenimiento para evitar ese desgaste”.
Con la participación de representantes de 18 países, integrantes del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC) y docentes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata (FCEyN-UNMDP) organizaron el encuentro de cooperación técnica del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) denominado “Reunión Regional para la armonización de protocolos de determinación de microplásticos en agua y sedimentos de zonas marino-costeras”.
El objetivo fue de discutir sobre la creación de criterios comunes a nivel regional para la recolección y análisis de microplásticos de menos de 300 micras (0,3 milímetros) en aguas marinas y sedimentos finos mediante manuales operativos que la comunidad científica pueda adoptar. El evento convocó a especialistas de Argentina, Belice, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.
“Los cuellos de botella en las metodologías es la falta de armonización porque para la extracción de estas partículas y su posterior análisis utilizan diferentes metodologías y, por otro lado, los rangos de tamaño son distintos. Hay, por ejemplo, estudios que van microplásticos de 5 a 1 milímetros y otros estudios donde analizan de 5 a 0,1. Entonces, no es comparativo analizar las abundancias totales, por ejemplo. Lo que nosotros queremos llevar a cabo son metodologías armonizadas, ponernos de acuerdo a qué rango de tamaños queremos llegar y con qué metodologías queremos analizar estos microplásticos para que los datos que nosotros obtenemos en Argentina sean comparables con los de Río de de Janeiro (Brasil), con los que están en Santa Marta (Colombia) o con La Habana (Cuba) en las diferentes matrices ambientales”, aclaró Díaz Jaramillo.
Con respecto a lo que ocurre tanto en Argentina como en países geográficamente cercanos, Díaz Jaramillo apuntó que: “hemos encontrado una heterogeneidad bastante importante. Tenemos playas con niveles muy altos, incluso valores que están en el top de niveles de microplásticos, pero también playas muy limpias, e incluso mucho más limpias de lo que se encuentran en sitios turísticos como de Brasil, por ejemplo. Y como decíamos, estamos encontrando un patrón que no es tan común, que es la dominancia de los poliestirenos expandidos en donde esta dominancia se asemeja a ciertos países con grandes zonas urbanas como en Perú“.
“Pero a diferencia, por ejemplo, de Brasil, Colombia o Ecuador, esa dominancia está dada el polietileno que también es otro plástico que se usa intensivamente. Entonces con estas metodologías podemos enfocarnos al manejo específico de ciertos de ciertos plásticos y con políticas públicas de llevar esta información a los tomadores de decisión para que realicen políticas públicas focalizadas en disminuir ciertos tipos de plástico y así focalizar los manejos de estos residuos plásticos“, concluyó.